Tuesday, May 22, 2012

Diego José de Cadiz, Beato




22 de mayo

Beato Diego José De Cádiz (1743-1801)

Nació en Cádiz en 1743. De jovencito entró en la Orden capuchina. Fue un predicador asombroso; los mayores templos eran incapaces de contener a sus oyentes. Sus dotes oratorias iban acompañadas de singulares gracias del cielo. Se le consideraba apóstol de la misericordia. Escribió numerosas obras. Murió en Ronda en 1801. Lo beatificó León XIII en 1894.

A finales del siglo XVIII, centuria marcada por las corrientes enciclopedistas y regalistas, destacó por las misiones populares, con las que procuró evangelizar la sociedad de su tiempo, el capuchino beato Diego José de Cádiz.

José Francisco López-Caamaño y García Pérez nació en Cádiz el 30 de marzo de 1743. A los quince años vistió el hábito capuchino en Sevilla, tomando el nombre con el que será conocido en la posteridad. Tras algunos altibajos en su vida espiritual, estudiando segundo curso de teología, experimentó una súbita transformación por obra de la gracia divina, imponiéndose una vida metódica de gran perfección, que pronto quedó manifiesta a todos los que le trataban. En 1766 recibió la ordenación sacerdotal.

Dotado de cualidades extraordinarias, dio comienzo a las misiones populares en 1771. En los primeros diez años no hubo población importante de Andalucía que no escuchase su voz. Recorrió durante su vida prácticamente toda la geografía española. En octubre de 1786 emprendió una gira por tierras valencianas. Su verbo elocuente se dejó oír por los pueblos tanto de la Ribera como de la montaña. Y no es extraño encontrarse aún hoy en algún pueblo con el lugar que recuerda donde el fervoroso capuchino predicó la palabra de Dios ante un gran auditorio. Enorme era la conmoción popular que se experimentaba con su predicación. No sólo promovía profunda renovación en la vida religiosa y moral, sino que repercutía también en la vida pública. En sus misiones populares, además de las instrucciones doctrinales y del sermón moral, impartía conferencias especializadas a los niños, jóvenes, hombres y mujeres. Fomentaba la religiosidad popular celebrando procesiones de penitencia y rosarios públicos. Divulgó la devoción a la Virgen en la advocación de la Divina Aurora. Promovió los ejercicios espirituales, como medio de renovación del pueblo cristiano, que se difundieron entre el clero secular y regular, e incluso entre seglares. A pesar del barroquismo propio de la época, se distinguió en su predicación por la sencillez y dignidad. Marcelino Menéndez y Pelayo hace del beato Diego José de Cádiz la figura más representativa de la oratoria religiosa de España después de san Vicente Ferrer y san Juan de Avila.

Fue al encuentro del Señor, después de infatigables trabajos, en Ronda el 24 de marzo de 1801. El Papa León XIII lo beatificó en 1894.

Llamado en su tiempo el beato Diego José de Cádiz el «nuevo san Pablo», tuvo un papel destacado en la vida espiritual de la sociedad de aquella época por su acción santificadora en el clero, en los religiosos y religiosas, y en muchos seglares. Su pródiga correspondencia, de alta calidad espiritual, da testimonio de ello. Fue el gran apóstol de España. En tiempos en que el regalismo y el jansenismo, hizo con su palabra vibrar a las multitudes como ninguno de su tiempo y logró hacerse escuchar por todas las clases sociales.

[A. Llin, Testigos de la fe en Valencia, Valencia 1997, pp. 167-168]



Himno
Hosanna a ti, Señor, porque a los hombres

de todos los sectores de su época

tú enviaste a Fray Diego, como apóstol,

con el fuego y la fe de tus profetas.



Honor a ti, Señor, porque al llamarle

al retiro, a la paz, a la pobreza,

su firme vocación de capuchino

dio sentido total a su existencia.



Bendito seas tú, porque en el cruce

de sus largas campañas evangélicas,

para su afán tenaz de misionero

tu palabra fue siempre luz y fuerza.



Loado seas tú, porque en su vida,

testigo de tu amor sobre la tierra,

para  su empeño libre de ser santo

hermanaste tu gracia con su entrega.



Gloria a ti, Dios eterno, trino y uno:

Padre, Hijo y Espíritu, en tu Iglesia,

porque por ti fray Diego, ya sin término,

es signo de tu amor y tu presencia. Amén.




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