22 de mayo
Beato Diego José De Cádiz
(1743-1801)
Nació en Cádiz en 1743. De jovencito entró en la Orden
capuchina. Fue un predicador asombroso; los mayores templos eran incapaces de contener
a sus oyentes. Sus dotes oratorias iban acompañadas de singulares gracias del
cielo. Se le consideraba apóstol de la misericordia. Escribió numerosas obras.
Murió en Ronda en 1801. Lo beatificó León XIII en 1894.
A finales del siglo XVIII, centuria marcada por las
corrientes enciclopedistas y regalistas, destacó por las misiones populares,
con las que procuró evangelizar la sociedad de su tiempo, el capuchino beato
Diego José de Cádiz.
José Francisco López-Caamaño y García Pérez nació en
Cádiz el 30 de marzo de 1743. A los quince años vistió el hábito capuchino en
Sevilla, tomando el nombre con el que será conocido en la posteridad. Tras
algunos altibajos en su vida espiritual, estudiando segundo curso de teología,
experimentó una súbita transformación por obra de la gracia divina,
imponiéndose una vida metódica de gran perfección, que pronto quedó manifiesta
a todos los que le trataban. En 1766 recibió la ordenación sacerdotal.
Dotado de cualidades extraordinarias, dio comienzo a
las misiones populares en 1771. En los primeros diez años no hubo población
importante de Andalucía que no escuchase su voz. Recorrió durante su vida
prácticamente toda la geografía española. En octubre de 1786 emprendió una gira
por tierras valencianas. Su verbo elocuente se dejó oír por los pueblos tanto
de la Ribera como de la montaña. Y no es extraño encontrarse aún hoy en algún
pueblo con el lugar que recuerda donde el fervoroso capuchino predicó la
palabra de Dios ante un gran auditorio. Enorme era la conmoción popular que se
experimentaba con su predicación. No sólo promovía profunda renovación en la
vida religiosa y moral, sino que repercutía también en la vida pública. En sus
misiones populares, además de las instrucciones doctrinales y del sermón moral,
impartía conferencias especializadas a los niños, jóvenes, hombres y mujeres.
Fomentaba la religiosidad popular celebrando procesiones de penitencia y
rosarios públicos. Divulgó la devoción a la Virgen en la advocación de la
Divina Aurora. Promovió los ejercicios espirituales, como medio de renovación
del pueblo cristiano, que se difundieron entre el clero secular y regular, e
incluso entre seglares. A pesar del barroquismo propio de la época, se
distinguió en su predicación por la sencillez y dignidad. Marcelino Menéndez y
Pelayo hace del beato Diego José de Cádiz la figura más representativa de la
oratoria religiosa de España después de san Vicente Ferrer y san Juan de Avila.
Fue al encuentro del Señor, después de infatigables
trabajos, en Ronda el 24 de marzo de 1801. El
Papa León XIII lo beatificó en 1894.
Llamado en su tiempo el beato Diego José de Cádiz el
«nuevo san Pablo», tuvo un papel destacado en la vida espiritual de la sociedad
de aquella época por su acción santificadora en el clero, en los religiosos y
religiosas, y en muchos seglares. Su pródiga correspondencia, de alta calidad
espiritual, da testimonio de ello. Fue el gran apóstol de España. En tiempos en
que el regalismo y el jansenismo, hizo con su palabra vibrar a las multitudes
como ninguno de su tiempo y logró hacerse escuchar por todas las clases
sociales.
[A. Llin,
Testigos de la fe en Valencia, Valencia 1997, pp. 167-168]
Himno
Hosanna a ti, Señor, porque a los hombres
de todos los sectores de su época
tú enviaste a Fray Diego, como apóstol,
con el fuego y la fe de tus profetas.
Honor a ti, Señor, porque al llamarle
al retiro, a la paz, a la pobreza,
su firme vocación de capuchino
dio sentido total a su existencia.
Bendito seas tú, porque en el cruce
de sus largas campañas evangélicas,
para su afán tenaz de misionero
tu palabra fue siempre luz y fuerza.
Loado seas tú, porque en su vida,
testigo de tu amor sobre la tierra,
para su
empeño libre de ser santo
hermanaste tu gracia con su entrega.
Gloria a ti, Dios eterno, trino y uno:
Padre, Hijo y Espíritu, en tu Iglesia,
porque por ti fray Diego, ya sin término,
es signo de tu amor y tu presencia. Amén.
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